MI INFANCIA

No resulta fácil hablar de las infancias trans que en su mayoría suelen ser traumáticas y difíciles para quienes la tenemos que transitar. Cuando nos comenzamos a auto percibir niñas automáticamente quienes nos rodean habitualmente nos comienzan analizar  y a mirarnos de forma diferente, de allí en mas todo dependerá del grado de cultura y educación respecto a este tema que tengan nuestros progenitores, familiares y allegados. Para mi no existen términos medios desde el otro lado, o te aceptan o te rechazan. Voy a contar mi caso personal. Nací fruto de una relación furtiva entre un chico de 18 años, alumno de la secundaria de mi madre que aquellos años tenía 30 y enseñaba geografía en la escuela. El tema es que su esposo, quien me dio el apellido, siempre creyó que yo era su primogénito. La única que sabia la verdad y el secreto de mi madre, era mi abuela materna, un ser humano maravilloso de quien tengo el mejor de los recuerdos, yo siempre pensé que él era mi padre. Desde temprana edad me gustaba jugar con las niñas de la primaria a las muñecas. Mi madre detectó de inmediato esta conducta y trató de corregirme, nunca a los golpes, pero si a través de trabajos psicológicos, como por ejemplo, "los niños no deben jugar juegos de nena" y todo ese bagaje de estupideces heteronormativas. No veía la hora de ir corriendo a su habitación cuando quedaba sola en casa para probarme ropa de ella y subirme a sus tacos. 

Era objeto de bullying ya que mis modales afeminados eran centro de burla de mis compañeros de clase. Antes de comenzar la secundaria recibí un duro golpe, mis padres tuvieron una discusión muy fuerte, en medio de una pelea e insultos mi madre despechada le dijo que yo no era su hijo. Mi padre tomo sus cosas y jamás apareció por casa ni en nuestras vidas. Mi madre era muy atractiva y no tardo en conseguir novio, un militar por desgracia. Obviamente machista y homofóbico, típico de milico, no tardó en convencer a mi madre que esa relación iba a tener futuro pero que yo no iba a estar incluida en esos planes. Mi madre me dijo que iba a ser por un tiempo y que me tendría que ir a vivir con mi abuela. Sutilmente estaba sacándome del medio. A los pocos meses recibí un segundo golpe, mi madre y su nueva pareja fallecieron en un accidente de tránsito. Mi vida no se presentaba muy bien que digamos, lo que no sabia era que mi abuela, una mujer de mas de 60 en aquellos años iba a ser mi única carta de esperanza con la que iba a contar.





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