¿PAPA?

Al verlo no lo podía creer que esa hermosura de persona fuese mi padre, joven, guapo, y mi primera reacción no fue verlo como un padre, todo lo contrario, mis ojos solo observaban un magnifico varón con el  que cualquier chica trans  quisiera follar por primera vez. Desde un principio no podía sentirlo como parte de mi sangre, había algo que no me dejaba sentirlo como debería sentir un  hijo con su padre. Nos sentamos los tres a conversar. Tony, así se llama él, nos contaba que mi madre era su profesora y que ella estaba loca por él hasta que finalmente se acostaron. Mi madre era una mujer muy sexy y provocativa que siempre prefirió engañar a su marido con chicos jòvenes, pero al acostarse con su alumno había pasado todos los limites. Mi madre al quedar embarazada dejó de ejercer la docencia para que Tony no supiese que estaba esperando un bebe suyo. Antes de dar a luz le confeso a mi abuela que yo no era el hijo de su esposo y que mi padre era un alumno con el que se había acostado una vez. Ambas hicieron un pacto de silencio. Mi abuela sabiendo que tarde o temprano iba a dejar este mundo trato de buscar una persona que se hiciera cargo de mi. Logro ubicar a Tony y convencerlo que se venga a vivir con nosotras. Tony estaba pasando un mal momento en su vida y la oferta de la abuela le vino de perillas para dejar atrás su horrendo presente personal, fue una suerte para el conseguir un lugar donde ir a vivir lejos de su entorno que tanto daño le estaba haciendo a su vida. Era obvio que estaba consiente de que debía hacerse cargo de un adolescente trans, pero ese desafío era mucho mejor que lo debería afrontar si seguía estancado donde estaba antes. A los pocos días la abuela comenzó a sentirse mal, la internamos y al poco tiempo falleció. Primero mi padre nos dejo a mi y a mi madre, luego mi madre me abandono por un militar y lo único que me quedaba en esta vida a quien amar, mi querida abuela, falleció también. La vida no se presentaba muy favorable que digamos. 

Los primeros tiempos fueron de adaptación entre Tony y yo, él estaba muy distante desde lo afectivo, no era demostrativo, pero era bueno conmigo, me ayudaba en las tareas, trataba de estar presente, jamás me decía “hijo”, él me llamaba siempre por mi nombre. Por mi parte yo seguía refugiándome  en la intimidad de mi cuarto, trataba de parecerme un chico “normal” , mi vida como Simona se circunscribió solo al closet , temía que él me rechazara y no quería mostrarme como chica delante de el como lo hacía cuando estaba la abuela, aunque era obvio para que lado iba mi vida. Tony había instalado un pequeño gimnasio en el garaje de la casa, era fanático del deporte y cuando él no estaba yo aprovechaba y realizaba gimnasia localizada para desarrollar mis glúteos y darle la forma femenina deseada a mi cuerpo. Su vida personal era muy reservada y un misterio para mí, jamás llevaba mujeres a casa y yo no podía entender como un chico guapo como Tony no tuviese una vida más acorde a su perfil de hombre. A los 16 mientras estudiaba en la secundaria conseguí un trabajo como mesero para tener mi propio dinero, comprar ropa de chica y hormonarme. De los 16 a los 18 mi mundo y mi felicidad se desarrollaban en el interior de mi cuarto, a solas con mi ropita de niña adolescente, la lencería, las tanguitas, mis pinturas. Mis pechos habían comenzado a desarrollarse tímidamente, y me depilaba por completo, me dejaba crecer el cabello, jamás iba a la peluquería, no obstante yo trataba de ocultar los pequeños senos cuando salía a la calle y de acomodar el peinado para verme mas masculino. Cuando no trabajaba o no iba a la escuela, me la pasaba en el cuarto frente al espejo desnuda o probándome lencería, viendo como mi cuerpo y mi rostro se veían cada vez más afeminados. Tony estaba ausente no menos de 12 horas al día por razones de trabajo, a veces pasaban días enteros sin verlo ya que nuestros horarios no coincidían, nuestra relación desde lo afectivo seguía distante, fría, solo hablamos cosas que no tenían relación con nuestro vínculo familiar o sobre nuestras vidas privadas, el respetaba mucho mi privacidad, yo igualmente la de él, y seguramente se daba cuenta lo que sucedía dentro de mi cuarto, no obstante jamás mencionó algo al respecto. Pero el día de mi cumpleaños 18 nuestras vidas iban a tomar un giro brusco. La fecha coincidió con un fin de semana.





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